El juguete oxidado


- Durante mucho tiempo, me acosté temprano. 
- Interesante, masculló el terapeuta al tiempo que tomaba interminables notas en su cuaderno ¿será sintomático o no?, ¿es parte de la naturaleza del dormir? ¿tendrá algo que ver con otra patología?, se preguntaba debatiéndose mentalmente en que valor o peso clínico debe otorgar lo que inquietantemente describiera el paciente. 
Una cosa es lo que te dicen y otra muy distinta es como te lo dicen, una y otra vez recordaba las lecciones de psicología aplicada de sus años universitarios. Esto incomodaba mucho al terapeuta que no hacía más que tomar notas en su cuaderno, incluso tapando su  vista con aquel repositorio de apuntes  para no encontrarse con los ojos de su paciente. Bastó ver una mano sobre su bloc de notas y los desconcertantes ojos del paciente sobre el experimentado facultativo en búsqueda de incansables respuestas para que comenzara a elucubrar un completo diagnóstico diferencial no sin antes indagar en algunos antecedentes más.

- Pero cuénteme una cosa, ¿hoy día se sigue acostando temprano? Le preguntó mientras se apartaba del paciente que se le había ido encima.
- No doctor, dejé de acostarme temprano el 21 de diciembre del 2012 y desde ese día no he podido dormir - le comentó mientras volvía a sentarse en el diván.

Delirio maya pensó en primera instancia, mientras trataba de entender porqué el paciente no se recostaba en el diván y solo se mantenía sentado en el borde doblando y haciendo temblar sus rodillas. Sin embargo, preso de su racionalismo científico le sugiere que lo suyo tiene que ver con un serio trastorno de sueño a causa de un déficit de melatonina y sus precursores como el triptófano.

- Pero doctor, llevo casi 10 años sin dormir ni soñar, me he privado de lo onírico por mucho tiempo y esto no es todo; cada vez que me meto a la cama mi cuerpo se torna invisible, traspaso la cama y caigo de golpe al suelo, tengo la espalda muy maltratada, mire estas lesiones. He probado muchísimas opciones: camas agua, diversos hoteles, casas familiares, castillos y hamacas, en todos el resultado es el mismo; traspaso el artefacto llamado cama o que sea que exista para reposar y caigo al suelo de golpe.
El terapeuta que seguía tomando notas incansables en un momento de desesperada lucidez dejó el lápiz de lado y le sugirió lo siguiente:

- Porque no trata de acostarse dentro de un ataúd, quizás en ese lugar su cuerpo no se vuelva invisible. Tome aquí en esta receta le indicaré cómo llegar a la funeraria más cercana, si el problema persiste regrese para recetarle unos inductores de sueño, no hay cuerpo que se resista a los beneficios de la Ashwagandha, el ginseng de la India le dicen, pero lo tomaremos como una segunda opción de terapia alternativa.

El paciente esperanzado sale corriendo de la consulta verificando a cada paso las instrucciones para llegar a la funeraria que el terapeuta indicó con bastante precisión. 
No se le vio nunca más.

Cansado y agotado por un día intenso de pacientes, el terapeuta se recuesta sobre su diván al que solía llamar juguete oxidado para meditar sobre su extenuante jornada pero un golpe contra el suelo lo sacudió y se vio entre el sofá y el suelo con un fuerte dolor de espalda. Aún aturdido por el golpe rápidamente y antes de volver a intentar recostarse, cerró la consulta y comenzó a caminar en dirección a la funeraria.



Comentarios

  1. Me gusta, porque queda el misterio sin explicación. Sólo queda la emoción al leerlo. Además, es una metáfora de lo fantasmal de la vida rutinaria, donde nuestro ser va perdiendo nitidez y se vuelve transparente en la multitud. Interesante.

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