Crónica terrestre al paisaje del pasado

Partió como un fuerte calor en medio del solsticio de invierno. Todos pensaban que era un veranito de San Juan, pero fueron varios días de calores inusuales. Se adelantarán las cosechas de primavera anticipaban los agricultores, vendrán mejores lluvias pensaban los climatólogos, habrá menos enfermedades creían los médicos, podremos nadar más seguido, añoraban los nadadores.

Nada de esto ocurrió, la fruta se hizo más pequeña e inmadura, la nieve se quedó quieta y congelada cambiando los cauces del río. Muchas más personas se enfermaron, pero no de lo que ocurre en una acometida del sol en medio del invierno, sino de raras afecciones antiguas, de otros tiempos que las vacunas habían logrado vencer.

Todo está quieto, es como un caos, pero de tranquilidad o de inmovilidad, los científicos aún no se explican lo que ha pasado, aunque es demasiado evidente si la luz se curva cuando gravita en torno al sol volviéndose cada vez más lento, cuando el sol se precipita con su luz fuera de su órbita modifica los influjos del tiempo mostrando objetos de manera extraña, devolviendo quizás el paisaje del pasado*.

Quienes siguen los ritos de la mañana posterior a la noche de San Juan prestos a sumergirse en las aguas frías del océano logran entrar en las olas que esta vez no azotan sus pálidas pieles sino más bien los acarician con una leve marea que los sumerge y arrastra hacia la inmensidad del mar.


*Robado de uno de los embriones de Lovecraft en un ejercicio literario

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